Ojalá existieran las palabras exactas que pudieran expresar el dolor.
¿Quién puede definirlo, cuando lo sientes en el corazón en forma de mano que lo estruja sin piedad, hasta dejarte sin aliento?
Cuando necesitas una bocanada para volver a respirar, y el dolor se extiende por el pecho sin que sepas dónde termina.
Cuando, en lugar de lágrimas, está tu cabeza llena de palabras que al principio no tienen sentido, que después se convierten en imágenes, luego en frases e imágenes que solo te atormentan.
Donde, si alguien lo viera desde afuera, el panorama sería el de un ente que mira al infinito, perdida en sí misma, solo sobreviviendo.
Y cuando por fin pasa el tiempo y todo eso que rondaba en tu cabeza logra transformarse en lágrimas, estas salen a borbotones, a veces de la nada.
A veces en circunstancias que te sorprenden, en lugares y momentos que no son los mejores, pero la mayoría de las veces, en soledad. Esa soledad que no sabes si prefieres… o si la odias.
Gracias por leerme. Si estas palabras resonaron contigo, quizá también estés aprendiendo a darle nombre a lo que dolía en silencio.
— Renacer con voz
Renacer con Voz 
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