Renacer con Voz

Dirigido a personas que han vivido abuso emocional, maltrato o situaciones de dolor emocional profundo. Busca acompañar, inspirar y ofrecer herramientas para el proceso de sanación

Perdón: Desmitificando un         Concepto Mal Entendido

Desde niños nos enseñan una versión romantizada y errónea del perdón. Nos dicen que perdonar es hacer como si nada hubiera pasado, minimizar el dolor y seguir adelante sin consecuencias.

Nos repiten cosas como:
• «Ya, hagan las paces.»
• «Perdónalo, no pasó nada.»
• «Ya te pidió perdón, olvídalo.»

Nos inculcan la idea de que perdonar es igual a olvidar, y que quien no lo hace es el «malo de la historia». Pero, ¿es realmente así?

El perdón no es absolver a alguien de la responsabilidad de sus actos. No significa borrar lo sucedido ni justificar el daño.

Muchas veces, desde afuera, se normaliza o minimiza el dolor con consejos como:
• Fuiste víctima de infidelidad: «Perdónalo, no pierdas a tu familia por eso.»
• Sufriste maltrato físico: «Es el papá de tus hijos, ya perdona.»
• Te despidieron injustamente: «No denuncies, hay más trabajos.»

El verdadero perdón implica seguir adelante, pero no exime a la otra persona de las consecuencias de sus acciones.

Perdonar no significa renunciar a la justicia. Se puede perdonar, pero también exigir que la otra persona asuma su responsabilidad.

Así lo viví:
• «A ti, papá de mi hijo, que me golpeaste, te perdono, pero levanté una denuncia penal en tu contra.»
• «A ti, que me abandonaste en la enfermedad, te perdono, pero reclamo lo que legalmente me corresponde.»
• «A ti, que incumpliste con la manutención, te perdono, pero esperaré la sentencia judicial.»

El perdón no significa olvidar ni dejar de exigir lo que es justo.

Las víctimas no solo sufren el daño inicial, sino que también deben enfrentarse a la culpa impuesta por la sociedad:
• «¿Por qué seguiste ahí?»
• «¿Cómo aguantaste tanto?»
• «¿Dónde estaba tu dignidad?»

Estas preguntas solo refuerzan la narrativa de que la víctima es responsable de su propio sufrimiento, cuando en realidad, cada persona hace lo mejor que puede con las herramientas que tiene en ese momento.

Salir de una situación de abuso no es fácil. Requiere tiempo, apoyo y un proceso interno de reconstrucción.
• Se atraviesan días de confusión, de recuerdos que duelen y de miedo al futuro.
• Se enfrentan duelos: no solo de la relación, sino también de la vida que se imaginó tener.
• Se vive el deseo profundo de volver a confiar, de saber lo que es el amor genuino.

La sanación es un proceso largo, pero posible.

El perdón no es sinónimo de impunidad ni olvido. No es ceder ante la presión social para hacer «como si nada». Es un acto personal que permite seguir adelante sin cargar el peso del resentimiento, pero sin eximir a los responsables de sus actos.

Es momento de redefinir el perdón y darle un significado que incluya dignidad, justicia y sanación.


Gracias por leerme. Si estas palabras resonaron contigo, quizá también estés aprendiendo a darle nombre a la redefinición del dolor.
— Renacer con voz

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