Renacer con Voz

Dirigido a personas que han vivido abuso emocional, maltrato o situaciones de dolor emocional profundo. Busca acompañar, inspirar y ofrecer herramientas para el proceso de sanación

La violencia disfrazada

Y mientras yo me despertaba cada mañana convencida de que todo valía la pena —
cada movimiento, cada esfuerzo, cada dolor, cada cansancio —
porque estaba construyendo un hogar,
una familia,
una vida con sentido…

En realidad, estaba siendo engañada.
Literalmente.
Descaradamente.

Y me pregunto:
¿Existe una palabra que describa a este tipo de seres?
Seres que eligen vivir una doble vida con una conciencia plena,
que no solo engañan a quien duerme con ellos,
sino al mundo entero.


Porque afuera, tú eras la fachada.
La imagen perfecta.
La historia de película.

La esposa.
La madre.
La figura sonriente en reuniones familiares, en eventos escolares y sociales.

Pero adentro…
adentro solo sirves para servir.

Cocinera.
Cuidadora.
Ama de llaves.
Chofer.
Enfermera.
Organizadora.
Empleada.
Pantalla.
Ponching bag.
Psicóloga.
Y, claro…
puta.

Y aun así, siendo todo eso, eres  LA mantenida.
Una inútil.
Una que «no supo desarrollarse».
Una que «sin él, no es nadie».

Porque mientras tú te quedaste criando hijos, sosteniendo una casa, sosteniéndolo a él.
Él, tuvo toda la energía para crecer.
Para viajar.
Para hacer dinero.
Para salir.

Para desarrollarse.
Para conquistar a otras.
Para escapar de cualquier responsabilidad que se enfrenta en el día a día.

Tú, en cambio, tenías que ocuparte de todo:
si el niño se enfermaba, si se durmió o se despertó,
si el coche se descomponía,
si la señora de la limpieza llegó,
Si tú misma estabas rota, cansada
eso, nadie lo notaba.

Porque para eso estas tú.


Y…:
“¿De qué te quejas si tienes ayuda doméstica?”
“¡Si yo pago todo!”
“Todo esto es gracias a mí.”

“Yo traigo el dinero a esta casa.
“Tú no qué tienes, no tienes nada.”

“¡Nada de lo que esta aquí es tuyo!

Te gritaba.
Te insultaba.
Y también, sí, te golpeaba.


Estuve 13 años “casada” con este hombre,
pero lo conocí realmente en estos últimos meses.

Una persona sin alma,
sin valores,
sin principios.

Una persona que, conmigo fingía una familia.

Pero que afuera,
llevaba una vida de soltero.
Una vida de mujeres, de amantes, de mentiras.

Y justo cuando más lo necesitaba,
me abandonó.

En mi peor momento.
Enferma.
Sin dinero.
Con el alma hecha trizas.

Nunca preguntó cómo estaba.
Nunca ofreció ayuda.
Al contrario:
cada que podía, llamaba para lastimarme.
Para correrme.
Para negarme el pan frente a nuestro hijo.
Sin piedad alguna.


Hoy escribo porque quiero hacer justicia.
Por mí.
Por mis hijos.
Por mi género.

Porque sí, se burlaron de mí.
Durante 13 años.

Pero hoy,
soy yo la que decide cuándo termina esta historia.
Y te aseguro algo:
no va a terminar en silencio.

_________

Gracias por leerme. Si estas palabras resonaron contigo, quizá también estés aprendiendo a darle nombre al engaño, decepción y traición.

— Renacer con voz

Posted in

Deja un comentario